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Para derrotar la pandemia de COVID-19 es imprescindible llevar a cabo un esfuerzo de vacunación masiva en todo el mundo, pero la logística para conseguirlo es increíblemente compleja. Dos de los factores más complicados son el almacenamiento y el transporte.

La distribución de las dosis de vacunas es mucho más complicada que simplemente introducir los viales en cajas y cargarlos en un camión. Desde el momento en que una vacuna sale del fabricante hasta el momento en que se administra a un paciente debe mantenerse en condiciones ideales y muy específicas. Por ejemplo, la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer debe mentenerse a una temperatura de -70 °C. Por eso, el éxito de las campañas de inmunización a gran escala depende de una cadena de frío fiable: un sistema para almacenar y transportar las vacunas de forma segura a las temperaturas recomendadas.

¿Cuáles son los elementos de una cadena de frío?

  • Equipos: en la mayoría de los casos, la mejor opción de almacenamiento es una unidad de refrigeración de nivel farmacéutico. También es importante disponer de heladeras portátiles especializadas para trasladar las vacunas de un lugar a otro.
  • Personal: el personal y los voluntarios encargados de manipular las vacunas deben recibir una formación exhaustiva sobre las prácticas seguras de almacenamiento y transporte. Esto es especialmente importante porque distintas vacunas requieren condiciones diferentes.
  • Procesos: los centros de vacunación deben contar con instrucciones claras, detalladas y actualizadas para la manipulación de las vacunas, además de planes de contingencia en caso de emergencia. ¿Qué procedimiento deberá seguirse si la instalación se queda sin electricidad? ¿Y si se registra un evento meteorológico dañino? Estas y otras preguntas deben disponer de respuestas completas y detalladas.

¿Qué ocurre si se rompe la cadena?

Las vacunas sólo pueden proteger contra las enfermedades si se suministran de forma segura. La sobreexposición al calor, al frío o a la luz puede dañar la calidad de las vacunas. Esto no sólo disminuye su eficacia, sino que también provoca el desperdicio de vacunas y pérdidas económicas. Entre las vacunas estropeadas, los costos de reposición y los gastos administrativos, los errores de la cadena de frío cuestan a los transportistas sanitarios miles de millones al año.

FUENTE:

www.rotary.org