El movimiento de datos, productos y personas, y su sincronización procesal, son el día a día de la logística y la gestión de la cadena de abastecimiento.
Cuando se empezó a dibujar el plano de la cuarta revolución industrial, el aspecto de tecnología de la información ocupó un espacio muy importante. Pero a medida que se esparció dicha influencia y se evidenció que absolutamente todos los aspectos serían participes de la revolución, entonces ya no se podía hablar solo de su carácter industrial, ya que en esencia fue, y es, un cambio integral. Estos cambios no son detenciones y nuevos arranques, todo sucede en movimiento, y a gran velocidad y la logística no es inmune, sino por el contrario coparticipe de esta realidad. Ahora bien, la implicación afecta de igual forma a quienes forman parte del proceso, pues su desafío es cambiar sin detenerse, ajustar conforme es necesario, de forma intensiva y sobre todo muy colaborativa. La certeza, que siempre es deseada, ahora es bastante escaza. Pero ¿cómo ajustarse a estos hechos? Pasamos a verter algunas sugerencias.
Primero: no apartarse de la realidad
En todo momento de incertidumbre,
la tendencia humana es a esperar cuál
será la derivación de los acontecimientos. En este sentido, los logísticos no
pueden darse el lujo de la espera más
allá de lo requerido. Mientras más incierto sea el momento, mayor cantidad
de escenarios y planes contingentes se
deben plasmar.
La ventaja de contar con la tecnología de información, que es una herramienta de uso indispensable. Por ello, al profesional de la logística se le hace perentorio actualizar el flujo procesal
operativo, para refrendar o localizar los cuellos de botella que con el análisis avanzado podrían ser eliminados, avanzando hacia un nuevo proceso, mejor diseñado y optimizado.
Segundo: mantener la actividad de registro actualizada y con indicadores de desempeño acordes
Todo momento de cambio o adecuación, trae como consecuencia la desactualización de algunos parámetros y, por ende, el cómo realizamos la acción
de cálculo de indicadores clave. Ante
ello el equipo logístico tiene que, de forma sistemática, someter a escruti-
nio los mismos.
Establecer si el tipo de unidad de medición es el adecuado a la realidad, tomando en consideración los periodos considerados y el modelo de cálculo, el mecanismo de registro de datos y el marco de expresión de visibilidad hacia los rangos directivos y los colaboradores o socios de interés.
Tercero: no apartarse del esquema de control del costo y la productividad
La sincronización estratégica, que
posee varias herramientas de amplísima utilidad, poco puede aportar si
no se hace patente la contribución de su empleo: el control de gestión y sus
costos.
La aplicación de, por ejemplo, la metodología Sales & Operations Planning,
se valida a través de indicadores clásicos, pero esenciales, como lo son: rotación del inventario, exactitud del plan operativo versus la venta, la disminución del nivel de obsoletos, disminución en el porcentaje de devoluciones y mejoría en la disponibilidad de efectivo
(Cash Flow).
Cuarto: soportar datos, modelos de cálculo y análisis avanzado en la tecnología
i bien es una acción característica
de todas las organizaciones, ello no
significa que el uso de dichos datos se
derive hacia un empleo intensivo de los
mismos, y es en este aspecto donde se ha de hacer énfasis, la analítica de datos. Ésta ya se ha establecido como la mejor herramienta de soporte en visualización de alternativas al momento de
decidir la siguiente acción procesal.
La revisión de las rutas y estructuras de producto, es una actividad sistémica,
que garantiza que el modelado de datos se ejecute conforme a la realidad del
proceso. Generando indicadores de desempeño perfectamente validados, lo que
optimiza el control de la gestión logística.
Quinto: la productividad es un objetivo primordial
Cada vez más la gestión y direccionalidad hacia un mayor nivel de productividad es el norte de la actividad logística integral. El uso de recursos y la
obtención de mejores resultados, dejo la etapa de anhelo para convertirse en
una acción obligatoria. Los aportes de infraestructura, materiales e información tienen que gestionarse, en uso y aplicación, estratégicamente. Cómo,
cuándo, dónde, por qué y para qué, son elementos que no admiten dilación en
registro y análisis.
La organización y todos sus estratos, se han de abocar a mantener e incrementar la productividad. Iniciando con
su colocación en un estatus estratégico, sin ambages.
Una adaptación necesaria
La estrategia logística no es menos importante que las otras que integran el plan general de la empresa. En un ambiente, que no cambiará de ser al- tamente disruptivo, el no contemplar un pensamiento logístico – estratégico, solo retardaría lo inevitable: el colapso del modelo y eventualmente el cese operacional. No tenemos un gran margen de maniobra, son los tiempos, con opciones, pero desafiantes. Tomar las acciones correctas, con responsabilidad y visual integral, son los mejores activos en momentos de cambio y disrupción.
FUENTE:
Revista Énfasis Logística